Que toda madre americana respire reverencia por las leyes al bebé ceceante que parlotea en su regazo; que se enseñe en las escuelas, seminarios y universidades, que se escriba en cartillas, libros de ortografía y almanaques, que que se predique desde el púlpito, se proclame en las salas legislativas y se haga cumplir en los tribunales de justicia.