Cuando era más joven, no me concentraba en los buenos días. Manejaba una carrera y trataba de tener un buen año. Siempre ‘conduciría’ a algo, que nunca conduce a nada excepto a la muerte, a donde todo conduce. Y luego, a medida que crecí, y luego tuve a mis hijos y todo, comencé a apreciar un gran miércoles.