Recuerdo haber escuchado a alguien decir que la buena actuación se trata más de quitarse una máscara que de ponerse una, y en la actuación cinematográfica, ciertamente eso es cierto. Con la cámara tan cerca, puedes ver directamente en tu alma, con suerte. Entonces, poder hacer eso de una manera es aterrador y, de otra manera, verdaderamente liberador. Y eso me gusta.