Ed Koch nunca ‘descansará en paz’. Ésa no era su forma de actuar. Siempre se retorcía nerviosamente, mientras hacía que los demás también se retorcieran. La comodidad no era su objetivo. Comprendió que ser un judío orgulloso y asertivo significaba nunca poder dejar un suspiro de alivio y decir: «Se acabó, estamos en paz, ahora podemos bajar la guardia y relajarnos».