Según la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero, una empresa no puede proporcionar un beneficio personal a quien toma decisiones a cambio de un negocio. Pero contratar a los hijos e hijas de poderosos ejecutivos y políticos no es solo competencia de los bancos que hacen negocios en China: ha sido una práctica probada por el tiempo aquí en los Estados Unidos.