El mensajero o correo era la persona que tenía el oficio de llevar la correspondencia epistolar, «a pie» o «a caballo», utilizando (o no) las postas situadas en los caminos (separadas una de otra entre dos y tres leguas, para facilitar que los mensajeros u otros viajeros tuvieran caballos de refresco, para ir con toda diligencia de un lugar a otro, incluso entre países diferentes).